EMDR y Violencia filio-parental

8 May 2021EMDR, Violencia filio-parental

A partir del año 2000, los medios de comunicación sacan por primera vez a la luz casos en los que los hijos agreden a sus padres. Es la llamada violencia filio parental.

Pero este fenómeno aparece en algunas familias muchos años atrás discurriendo de manera silenciosa, entendida como parte de la intimidad familiar, sin ser denunciada a causa del miedo, vergüenza o culpa . Actualmente, gracias a su difusión por parte de los medios de comunicación, y al apoyo de las diferentes autoridades, muchos padres se atreven a denunciar la situación haciendo visible este fenómeno a las estadísticas, y creando un nuevo campo de intervención profesional.

El EMDR (terapia de desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares) se ha mostrado un tipo de terapia muy eficaz en el tratamiento de esta problemática tanto para los adolescentes agresores como para sus familias.

El hecho es que este tipo de violencia en la mayoría de los casos, es solo la punta del iceberg; es sólo un síntoma de un trauma que permanece en un plano más oculto y que es imprescindible tratar con EMDR: abusos sexuales, acoso escolar, maltrato infantil, duelos no resueltos, traumas de apego, trauma por abandono, etc. Así mismo, muchos de estos traumas, con el inicio de la adolescencia (y la inestabilidad y demás dificultades emocionales que caracterizan esta etapa del desarrollo), se disfrazan de conductas hetero y autodestructivas como por ejemplo: la agresividad con iguales, consumo de sustancias como forma de anestesiarse emocionalmente y “dejar de pensar”, promiscuidad sexual, cuadros ansioso depresivos con gran irritabilidad, adicciones a las nuevas tecnologías, etc. que a su vez ocasionan problemas en el ámbito escolar, social y familiar. Por ello, un abordaje intensivo con las 8 fases del EMDR es de vital importancia para realizar un tratamiento completo y eficaz en estos casos.

De la otra cara de la moneda, se encuentran las madres, padres, hermanos y otros familiares que conviven en la casa con el adolescente, y que en muchas ocasiones se encuentran traumatizados por la violencia vivida en el hogar.

De esta forma, nos encontrarnos con padres que una vez en terapia, manifiestan una incapacidad absoluta a poner límites a sus hijos por miedo a las repercusiones agresivas de este y a pesar de las mejorías observadas en él a raíz de la terapia. Esta incapacidad, dificulta enormemente la mejoría del sistema familiar.

También nos encontramos con muchos hermanos pequeños, que desgraciadamente han presenciado con gran impotencia y miedo, muchas de estas agresiones de sus hermanos/as mayores a sus padres (sus figuras de referencia, seguridad y apoyo), y que han visto amenazada su seguridad física y emocional. Observamos en ellos, terror a volver a compartir espacios físicos con sus hermanos/as a los que a la vez que temen, adoran; y que en muchas ocasiones, si no obtienen un apoyo psicológico adecuado, tienden a reproducir las conductas observadas convirtiéndose en agresores.

También nos encontramos con los hermanos/as mayores, que en muchas ocasiones se han visto en la obligación y necesidad de enfrentarse físicamente a los jóvenes agresores en defensa de algún miembro de la familia en desventaja física y/o psicológica. Ellos deberán lidiar con la culpa y el enfado, así como trabajar el trauma de las situaciones vividas con EMDR, para poder disminuir el estado de hipervigilancia en el que se encuentran.

Es por tanto, un acierto, así como una necesidad el reprocesar con EMDR todas las heridas y traumas que la violencia filio-parental causa en las víctimas, y en el agresor;así como, es crucial trabajar aquellos traumas que el adolescente ha expresado a través de sus conductas agresivas para evitar recaídas.

Patricia Riera Martínez