La importancia de las rutinas
Es la hora de la vuelta de vacaciones y la vuelta al cole. Durante el verano, las rutinas familiares seguramente se hayan cambiado por otras más tranquilas y flexibles, dando espacio al descanso e incluso a la improvisación. Los días son más largos y las noches más cortas por lo que probablemente nuestros horarios y los de nuestros hijos, se hayan visto alterados también.
Y tan importante es descansar y relajar esas rutinas durante las vacaciones, como retomarlas una vez volvemos.
Pero, “¿por qué tengo que hacerlo si es un rollo y no me gusta?” Preguntarán con frecuencia los más pequeños de la casa y a veces, incluso nosotros. Y es posible que sobre todo al inicio, el habituarse a las nuevas rutinas y principalmente a los nuevos horarios, cueste un poquito, pero una vez interiorizados, estos, nos proporcionarán beneficios.
Vamos a entender por qué mantener unas rutinas ayudan a nuestros pequeños no sólo en su día a día, sino en su desarrollo.
Las rutinas proporcionan organización y estructura. Esto es muy importante de cara a generar un ambiente en casa que transmita a nuestros hijos una sensación de seguridad, ya que van a poder predecir lo que va a ocurrir durante el día y anticipar lo que van a tener que hacer, y por lo tanto, su mundo va a volverse más controlable para ellos. Esto, les va a permitir adaptarse mejor a lo que el ambiente les pide, ya que sabrán cuándo toca realizar cada tarea, y no les pillará por sorpresa. Además, esa seguridad que les proporciona este ambiente, les dará la tranquilidad necesaria para poder poner su atención en otros ámbitos que son importantes en su desarrollo, como el académico, el social o el ocio.
Conocer las tareas rutinarias del día a día permite que les podamos involucrar, fomentando su independencia para poder realizar algunas de ellas por sí mismos. Al hacerles partícipes de sus tareas diarias, empiezan a desarrollar el sentido de la responsabilidad, que les permitirá sentir que pueden ir haciéndose cargo de sus propias necesidades. Además, verse a sí mismos asumiendo responsabilidades les ayudará a sentirse capaces de afrontar nuevos retos, lo cual sentará las bases de una buena autoestima.
Estas rutinas que van adquiriendo les permiten aprender, ya que sobre una rutina pueden aparecer nuevos retos a los que se van a tener que enfrentar. Además, les pone en la situación de ejercitar sus funciones mentales: la atención para entender la tarea, la concentración para realizarla con éxito y la memoria para recordar cómo se hace, a la vez que les entrena en la tolerancia a la frustración. Esto es, la capacidad que tienen de aceptar y afrontar que algo no salga como ellos esperaban.
Cuando les hacemos saber lo importante que es su participación en las tareas familiares, les reforzamos al finalizar las tareas, y somos constantes a la hora de pedirles que lo hagan, aumentamos la probabilidad de que estas rutinas se asienten correctamente y nuestros hijos puedan beneficiarse de todo lo descrito anteriormente. Podemos acompañarles, ayudarles a realizarlas, y hacerles ver que realmente nos ayudan, y que su aportación es útil para el entorno familiar, y reforzando esos pequeños logros.
De cara a la vuelta de vacaciones, es importante que podamos ir recuperando las rutinas poco a poco, avisándoles antes de que llegue el momento, de que va a haber un cambio en la dinámica de las últimas semanas, y ayudándoles a ir adquiriendo de nuevo el ritmo académico. Ir adelantando la hora de acostarse, ayudarles a retomar durante un tiempo corto las tareas, o escribir con ellos un horario semanal con sus colores preferidos, pueden ser buenas maneras de ir transmitiéndoles que la rutina vuelve y que les acompañamos para retomarla.
Desde un nivel más práctico, para instaurar estas rutinas es importante establecer con nuestros hijos un momento, un lugar y una manera de realizarlos.
Los ámbitos principales en los que podemos instaurar esas rutinas son:
- Sueño: en la cama, a las 21h, poniéndose el pijama y leyendo un cuento de buenas noches.
- Alimentación: en el comedor, a las 14h y 20h, poniendo la mesa, comiendo desde el primero hasta el postre y quitando su plato de la mesa.
- Higiene: en el baño, antes de cada comida, lavándose las manos, y después de cada comida, poniendo la pasta de dientes, cepillándose los dientes de arriba y de abajo y enjuagándose.
- Tareas del colegio: en el escritorio, al volver del colegio y repasando las asignaturas del día.
Con todo esto, es importante que cuando nos hagan la pregunta que planteábamos al principio, validemos que puedan sentirse aburridos o que no les apetezca, incluso podemos compartirles que también lo son a veces para nosotros. Sin embargo, animarles a que sean constantes en ellas aunque en ciertos momentos no les apetezca, ya que les enseñará a enfrentarse a los desafíos que la vida les vaya poniendo.
Verónica Vega